domingo, 26 de octubre de 2014

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"Cuanto más hagas las cosas que quieres hacer, y que otra gente no puede hacer, más querido serás por los otros pues te convertirás en su objetivo de persona que quieran llegar a ser"

¿Por qué las princesas son siempre melódicas, y las villanas desacordes?
¿Por qué siempre lo "común" es invisible, pero lo único es valorado?

¡Sencillo! 

¿No lo habéis sentido nunca? ¿Ése deseo de superación? ¿De cada día ser mejor que el anterior? 

De pequeños, ¿no observabais a vuestros padres con ojos codiciosos, mirada que avisiona no aquello que ve, sino aquello que quiere reflejar, aquello con que quiere ser vista. 

Objetivos, metas. Corredores en atletismo, nadadores, todos los deportes consisten en éso. "¿Conseguiré ser el más rápido en llegar al final?" "¿Seré capaz de llegar a la cumbre?"

¡Y aún así, nunca nos damos cuenta!

Incluso creyentes en religiones, amantes de la mitología e historias fantásticas de finales felices, ¿no lo veis? El mundo tan increíble que podríais construir, cada día, sin recelar de aquellos que ya hayan llegado, al mismo tiempo que animáis a los rezagados.

Y si receláis... ¿Acaso la envidia es negativa? 

¿No es sino la manifestación de las ansias que tenéis de superar a los que ya han llegado? ¿Por qué iba a ser malo éso? La codicia sólo es el primer paso al éxito, siendo el conformismo la última estrategia a tomar. ¡No por ello peor!

Y... ¡Fin del mensaje!


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