domingo, 2 de marzo de 2014

Sueño 1- Blanco.

Me levanté de la cama. Lo que veía, era increíble.

"Vacío".

Si bien, comúnmente la carencia de color suele ir acompañada de un misterioso negro azabache, en mi caso era todo lo contrario. Todo era de un blanco casi cegador, en el cual solo se diferenciaban algunas líneas muy sutiles, que componían el esqueleto externo de todo objeto.

Tras un buen rato vagando sin lugar, escuché, lo que parecía ser un armario, abrirse, y entró una silueta bastante más elaborada. Todo aquello que estaba en la habitación era cuadriculado, todo hecho para aprovechar la diminuta habitación de la mejor forma posible, pero esta silueta incluso se movía.

"Veo que ya te has despertado, ¿qué tal?"

Las palabras aparecieron delante suya, y resonaron en mi cabeza. Éste mundo era extraño, eché de menos una sensación. No podía explicar el qué, era como si todo estuviese quieto. Nada se movía, los únicos seres que podíamos hacerlo, éramos yo, y aquel ser que entró por la abertura en la pared.

No sabía qué pasaba, ni qué hacía yo allí. Poco a poco, el blanco se hacía más abrumador. La figura simplemente me miraba, y no gesticulaba palabra. O tal vez aún estaba esperando que le dijese algo en respuesta a lo que pronunció antes. Curiosamente, las letras seguían ahí "Veo que ya te has despertado, ¿qué tal?" Era como un subtítulo, idéntico al de cualquier serie o película, surgió de la nada, justo delante suya, a la altura de la cintura. Cada vez que lo leía, la voz de la persona, con un tono masculino, resonaba en mi cabeza, repitiéndome esa oración.

El tiempo pasaba, la voz me angustiaba, era un constante eco en mi cabeza. No se desvanecía. No podía más. Sonó una y otra vez, la misma frase. ¿Pero qué pasa? ¿Qué he de hacer? Grité.

Al hacerlo, las letras desaparecieron. Bueno, técnicamente se volvieron blancas nuevamente, y acabaron mimetizándose con el ambiente. Ésto me extrañó, y la figura tomó una forma más identificable. Pasó de ser una especie de muñeco de madera blanca como el marfil, a tomar algo de otro color: "negro", con lo que aparecieron las sombras que perfilaban su figura.

Los rasgos de la cara parecían los de un joven, tenía el pelo negro, con la parte de atrás en una trenza, larga y abundante, y de la parte de delante crecía un fino flequillo hacia su derecha, que se hacía más largo a ambas partes (tenía la raya del pelo a un lado), hasta cubrirle las orejas. Sus ojos eran de un color pardo, que en el borde del iris llegaban a ser casi negros, y el resto de los rasgos no eran los de un hombre mayor, tenía unas mejillas tiernas, una nariz un poco grande, con el cartílago redondeado y el puente no muy ancho. Unos labios gruesos, y estilizados, y unas cejas negras espesas, finas, y algo arqueadas. (D
ebería ordenar mejor la descripción)
El chico era alto, y tenía unas manos estrechas, delicadas. Los dedos estaban tan delgados que parecían que se iban a romper. El resto del cuerpo, estaba cubierto en una bata blanca, y por ahora, el único color que conseguí ver, fue el negro ébano de su pelo, y el profundo castaño oscuro de sus ojos.

Él seguía ahí. Curiosamente, al acabar ésta breve identificación, dijo:

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