sábado, 15 de marzo de 2014

La primera vez..

Otro capítulo, y otra vez volví a despertarme.

Esta vez me sentía bastante bien, decidí que intentaría salir a ver qué había fuera. "¿Cómo es este mundo?" Esa pregunta hacía eco en mi cabeza.

Bajé las escaleras, decidido a salir del edificio... Pero, cómo no, acabé perdido. No sabría decir si esto es una casa, una mansión, o un recinto enorme para algún evento, pero este lugar era increíblemente grande.
Afortunadamente, me topé con Erika.

+ Ehm... ¡Hola Erika! -Ya llevaba algunos días hablando con ella, y había conseguido coger algo de confianza. - ...¿Dónde está... La puerta?
- ¡Shiro! ¿Qué tal? ¿Eh?... ¿Qué... Has dicho?
+ Pues que... no sé... Me gustaría ver qué pasa fuera de mi cuarto. Llevo ya varios días aislado en el interior de este edificio... Y... Bueno... Esto...
- ... Shiro... No deberías...
+ ¡Pero Erika! No tengo apenas recuerdos de quién soy. Ni sé qué hago aquí. No sé cómo he llegado hasta aquí, ni qué va a pasarme. ¡Lo necesito! Igual si salgo fuera consigo recordar algo, quien sabe. ¡Por favor, Erika!

Erika se alejó un poco, y estuvo pensativa. Luego suspiró, y finalmente dijo:

"No te arrepentirás de ver lo que hay fuera, ¿no?"

Asentí, entonces Erika resopló nuevamente, pero me llevó hacia la puerta. El camino era muy sencillo, por lo  que concluí que me dediqué a dar vueltas sin sentido durante un buen rato. Frente a nosotros, ya se encontraba la puerta. Era alta, un poco más alta de dos metros, y estaba hecha de un cristal bastante grueso, con un marco de madera que parecía igual de resistente. Me acerqué al pomo, y me dispuse a poner un pie fuera...

Pero, al abrirla, no encontré el mundo real que me esperaba descubrir...

No... Realmente, este mundo era exactamente igual a cualquier mundo realista e imaginable. Frente a la puerta, había una calle que se extendía tanto a derecha, como a izquierda. Pero la gente... No estaba normal... No era normal. 

Andaban... Como cabizbajos... No era eso exactamente, pero todos iban igual. Apenas había cambio en el andar entre lo que debería ser un alegre y feliz pequeño de 7 años, con el amable pero algo débil andar de un señor de la tercera edad.

Justo en línea recta desde la puerta había una panadería, que en lugar de tener esos productos artesanos, todos derivados del pan, o incluso algunos pastelitos que el panadero había hecho con su familia, todos rebosantes de alegría... Tan sólo tenía pan. Todo igual. Barras de pan colocadas de forma casi paralela en el escaparate.

"Ya ves en lo que se ha convertido el mundo, en tan poco tiempo... Shiro." - Dijo Erika. Erika y yo aún seguíamos con el mismo color que merecíamos, pero parecíamos ser los únicos. La diferencia era tal, que incluso contrastábamos con el resto de la gente. "¿Por qué todos están tan oscuros?" Pensaba.

Mírales. JajJaja. Qué triste. ¿Quiénes se habrán creído?
Oye oye, el chico me está mirando. Eh tú, ¿qué miras?
¿Y has visto a aquella vieja? Por dios...

- Erika... ¿Qué le pasa a toda esta gente?
+ Shiro... Cariño... Son ellos... Magouden...

Cuando Erika terminó esa frase, una persona me agarró del brazo, y me arrastró hasta un grupo de otras cinco o seis. Al llegar, la vista era impresionante. No en un buen sentido, sino en uno horrendo y espantoso. Todos... Absolutamente todos... Eran iguales. Los chicos llevaban el mismo corte, y parecían haber quedado para incluso teñirse el pelo exactamente igual, y lo mismo sucedía con las chicas. No me podía creer lo que veía... De hecho, se podía distinguir el género de cada individuo solo por el corte del pelo, si este también fuese igual, sería prácticamente imposible distinguir a un hombre de una mujer en el grupo.

Oye tú. ¿Por qué llevas el pelo blanco? ¿No ves que hay que llevarlo negro? ¿Y ese corte?
Y además, qué haces con ese color de ojos. El que se lleva es el marrón. Perdedor.

La voces empezaban a mezclarse, para resultar en una especie de voz deforme, que no paraba de atacarme. Sin saber por qué, comenzaba a sentirme algo raro... Como... Mal. Era como si sus voces mermasen la energía de mi cuerpo. Erika, por suerte, volvió a hacer una aparición estelar, y me sacó de allí, para que volviésemos a entrar en el edificio de antes. Al verlo por fuera, pude comprobar que era una casa de dos o tres plantas, completamente normal. Bueno, bastante grande, pero nada realmente extraño, era una residencia como cualquier otra.


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