lunes, 29 de septiembre de 2014

"¿Continue?"

¡Podéis leer esta entrada tanto en Blogger como en Wattpad! http://www.wattpad.com/73442924-miscel%C3%A1neo-%C2%BFcontinue?d=ud ¡Gracias por leer, y ya no os doy más la lata!

¡Jajajá! - Rió, casi de forma calculada. En efecto, no era la primera vez que así reía, ni sería la última. 
Mi entorno era completamente negro, aunque parecía carecer de algo que desconocía, y jamás aprendería. El bufón me miró, aventajado, con una sonrisa burlona que le recorría del centro de una mejilla a otra, y sólo mostrándose la cara. 
Un segundo pasó, de reloj, y continuó: ¿Y bien? ¿Quieres continuar? 
Fin del juego - Seleccioné.
¡Jajajá! - Nuevamente. ¡No es tan fácil, joven! Cuerpo no tienes, real no eres, ¿qué harás si realmente se apaga todo? ¿Nada? ¡Exacto! ¡Jajajá!
Por éllo, no podemos dejar que todo se acabe... ¿No?
Seguir jugando - Nuevamente, fue la elección final.
...¿Por qué?
El mundo comenzaba, otra vez, no siendo blanco, o negro, ni nada. Era exactamente éso; nada. La inexistencia de la que tanto me advertía el bufón, que no era bufón, sino una cara pálida simplificada, con una característica sonrisa burlona omnipresente.
Lo primero que podías percibir era caos. Locura. Sin sentido. Una existencia errónea y correcta, ininteligible, la cual parecía separarse por mitosis creando opuestos complétamente antónimos. Con una frontera se creó la tierra, el cielo, y con sus reacciones se creó el resto del universo, todo tras el cuadro Cargando, enmarcado de caos.
Cuando ya me pude mover, intenté salir del repetitivo Pueblo Inire, donde, aunque parecía haber vivido toda mi vida, nadie me reconocía. Todos repetían las mismas dos o tres frases, de manera completamente ordenada, al verme.
Una vez llegué a pensar en si tenía casa, y entonces el caos apareció en una esquina, y desde entonces tengo vivienda en este asentamiento. Aún con eso, nadie parecía conocer a su colindante. 
Hubo una vez que incluso la familia contigua vino a regañarme, pues no paraba de golpear la pared en un intento de morir, pese al molesto ruido que hacía la pared invisible que me lo impedía. Una vez abrí la puerta, sin un solo rasguño, el padre de familia fue el primero en habl... Intentar hablar. 
Los pequeños me escaneaban casi harmoniosamente. Cabeza, pelo, frente, cejas, ojos, retina, iris, pupila, iris nuevamente, pero en perfecta sincronía. La madre completó el proceso más rápido, y se apresuró a cubrirles los ojos con sus manos, suaves y perfectas. Parecían existir dos tipos de manos, según género del personaje. El padre poseía unas manos más robustas y anchas, mientras que el antebrazo de su mujer desembocaba en extremos más finos y delgados. Aún así, ambos tipos de manos poseían una belleza perfecta, ...programada. Y los genes parecían ser tan fuertes, que incluso aquellas de sus descendientes eran exactamente iguales. Calcadas, a menor escala.
El padre se dió cuenta de lo que pasaba. Mis facciones... No encajaban ni en las suyas, ni en las de su mujer. Asustado, fue a buscar a todos los vecinos, a los que reunió en el tiempo que toma a un café hacerse, y volvieron a llamar, nuevamente.
Mi presunción de las manos era bastante acertada, aunque sí podían apreciarse tres tipos. Ni uno más, ni uno menos. Del de los hombres, uno tenía pelo hasta el fin de la muñeca, donde desaparecía gradualmente, en otros, llegaba hasta el fin de los metacarpios, donde volvía a desaparecer, y en otros desaparecía únicamente en las articulaciones.
En las mujeres, éste último tipo no existía, y era sustituído por otro en el que no poseía pelo en parte alguna del brazo, completamente desnudo e imberbe.
Dicho patrón se repetía en las piernas, igualmente. En todos... Menos en mí. 
Lo mismo sucedía con el pelo: melena, corto o hasta los hombros. No existían otros, en cambio, mi pelo era desigual, escalonado, y lo peor: trenzado. Si bien los dos mechones izquierdo y derecho que flotaban frente a mi oreja no eran suficiente, la trenza era algo que aún les escandalizaba más. 
Pero las tijeras no existían. Ni la profesión del "sastre": ¿Quién hacía la ropa? ¿Cómo llegaba hasta aquí? A nadie le importaba; ¿Cómo le crecía el pelo a alguien? Y todos respondían lo mismo. Exactamente lo mismo. La mismas letras, en el mismo orden con los mismos espacios.
Intenté salir de aquella reunión, pero el muro invisible me indicaba que mi misión no estaba finalizada.
En diez minutos pasó una hora entera, aunque nadie pareció darse cuenta de la extremada fugacidad del día. En el centro de los bancos circulares nació una hoguera con troncos que siempre estaban ahí, y nunca parecían quemarse, que alumbraban los geminados rostros de las personas. Conté: cinco tipos de ojos, dos formas de boca, cada una con dos tonos diferentes, la misma nariz siempre, al igual que las orejas, y una variedad de teces que no se atrevía a pasar del dorado.
Intenté hablar con todos los adultos, pero nada funcionaba. Todo bajo la mirada de un chico solitario, cuyo pelo y rostro no era alumbrado por el fuego.
Vueltas y vueltas di, más vueltas que la luna da a su maestra en un centenario. Nada conseguí. Se hacía tarde, pero ellos seguían; no hablaban, sino solo gesticulaban, con voces desprovistas de voz, y cuerdas vocales que solo encendían para negarme respuestas.
Entonces aquel joven me miró, solitario. Quería preguntar, quería hablar, más su voz no le dejaba decir otra cosa que lo mismo. "Me da igual" - Dijo tres veces, articulando sus labios y garganta de forma completamente equívoca a lo que decía. Y lloró. Lloraba y lloraba. Más jamás lo diría. No en aquel momento, ni entre aquellas paredes transparentes, invisibles, de las que se dio cuenta igualmente.
Me di la vuelta, a ver si encontraba alguna otra información, pero me agarró. Todo de forma figurativa. Jamás podía tocar alguien otro cuerpo, pues así era éste mundo, y la perniciosa pared transparente, intalgible, pero infranqueable. Aunque dos cuerpos no disten más que un respiro, jamás podrán tocarse, como si fuese pecado prohibido.
Por ello, el agarre fue algo "interior" una sensación que por primera vez traspasaba aquella vil frontera, que se reía de toda libertad y cercanía, y, pudo pronunciar algo nuevo, por primera vez, aunque de sentido similar.
"No sirve de nada
Frase en sentido similar, pero intención completamente opuesta. Me advertía del Baddenn que se aproximaba. Ya había asistido dos veces a esta reunión frente al omnipresente fuego, y si bien la primera vez pasé una semana interminable, hasta que caí en la salida, en la segunda me lancé directo a ella, y en la tercera, nuevamente, hacia el fuego salté.
Lo único que me preocupaba fue aquel chico, que también saltó detrás mía, pero puesto que perdí antes de su llegada al fuego, sólo vi cómo sus brazos se extendían en un futil intento de alcanzarme antes de desaparecer.
...Y nuevamente me lancé a ese sempiterno final.

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